Fui a una manifestación

por María Lucesole

Fui a una manifestación y la sentía

cerca de mí, enfrente de mí,

dentro de mí.

Como un laberinto de gente

que es ella misma el espacio

que para los demás dejan sus muros.

Laberintos de árboles, de mármol,

de personas que se mantienen

todas juntas

formando figuras extraordinarias bajo el cielo.

Me senté entre la gente y la sentía cerca de mí,

miré tantas piernas y caras enfrentando al sol

en contrapicada mientras llegaba una música

que pareció estar ahí desde otra vida.

Algunos bailaron tristemente,

yo sentí que estaba ahí por retener la sensación

de la gente reunida,

con el temor de que alguna vez

pase a ser solo un recuerdo.

El único temor, por cierto:

que la figura extraordinaria deje de armarse

y que cada laberinto pase a ser la marca interior

de un tiempo pasado de lucha.

Fui a una manifestación

y la sentí dentro de mí,

cerca de mí.

Enfrente de mí había músicos y lemas,

personas viviendo en lo importante,

¿queda otra opción? Temí,

no poder sentir más esa calidez

inexplicable y sin reemplazo

de los cuerpos abrazados

de los desconocidos.

Fui a una manifestación

y la sentía dentro de mí,

me atravesaba ese laberinto de gente

como el reflejo del sentimiento

de mi alma

que aún no conozco,

como el brillo de la luna en el agua,

me atravesaba la gente.

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(basado en el poema "Fui al río" de Juan L. Ortiz)