Mi virginidad

Mi virginidad

por Santiago Mugica

fotos por Malu Boruchowicz

¿Posta sos virgen? Dale, Santiago, no te creo… ¡Sí, soy virgen!

El cuestionamiento acerca de mi virginidad pareciera cosa de todos los días. Lo que me irrita no es generar sorpresa, sino que las caras de estupefacción generalmente cargan una mezcla de lástima e indignación. ¡Y ni hablar en aquellos que además conocen mi condición sexual! Pareciera casi increíble que un gay sea virgen por elección. Pero siendo realista, entiendo la conmoción y soy consciente de que no es lo más ordinario encontrarse con un chico de 21 años, homosexual, católico practicante y virgen. Reconozco que son cuatro condiciones difíciles de combinar, no por incompatibilidad, concepción muy frecuente en la gente, sino por presión social.

Existe el mito de que es imposible ser gay y católico practicante a la vez (por lo menos para gays no reprimidos). Pero no es así. Yo llevo años siendo gay y católico practicante. Me sé las canciones de misa tan bien como los hits de Britney Spears. He ido a misa con chicos que salían conmigo y nunca nadie me impidió la entrada a una parroquia. No, no me camuflo como heterosexual para ir a misa. He ido con el pantalón más apretado de AY Not Dead y con la camisa más gay que puedas imaginarte y nunca ocurrió ninguna tragedia. Siempre fui tratado con respeto y saludado con una sonrisa. Está instalada la creencia de que la Iglesia está en contra de los gays, clásico asunto que obsesiona a nuestra sociedad que se dice “abierta y tolerante”. Partamos de que Jesús nunca dijo nada contra la homosexualidad y ¿saben en quién se funda la religión católica? Ah, me parecía. Tanto Él como sus Apóstoles no dijeron absolutamente nada sobre homosexualidad. También es una realidad la existencia de malas traducciones de la Biblia, del griego, que usan la palabra “homosexuales” de manera errónea, y ramas del cristianismo que malinterpretan ciertos pasajes, pero esa es otra historia. El Vaticano no acepta el matrimonio gay solo porque no sigue el modelo tradicional de familia, eso no quiere decir que no acepte y respete a los gays como individuos. Para resumir, ¿hay católicos homofóbicos? Sí, obvio, como también hay ateos homofóbicos. La única diferencia es que los católicos homofóbicos se inventan que Dios no aprueba la homosexualidad. Un divague.

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Otro mito es que no se puede ser virgen a los 21 años, al menos si sos un chico medianamente fachero. Una vez más, no es así. Tengo que admitir que más de una vez me vi tentado de experimentar. Salí con siete chicos en toda mi vida y cuatro de ellos querían que perdiera mi virginidad con ellos. Esos cuatro me gustaban, en mayor o menor medida, pero a esos vínculos les siempre faltó un ingrediente indispensable: el amor. Así que, de una forma u otra, las relaciones se fueron marchitando. Algunos de ellos supieron respetarme y acompañarme en mi decisión de no tener sexo, pero también hubo otros que nunca lograron entenderme y hasta me trataron mal.

A veces pareciera que elegir esperar a tener sexo por primera vez con la persona indicada fuera algo malo. ¿Es realmente así? ¿Asociar el sexo con el amor es de retrógrado? ¿O el rechazo viene de la imposibilidad de tolerar la larga espera? La mayoría de la gente suele admitir que el sexo con amor es mucho más placentero que el sexo casual, pero hay un detalle que no les convence: esperar al amor. Actualmente es muy común escuchar que el sexo es lo mejor de la vida y cuanto antes se comience a disfrutarlo, mejor. Estamos en una época en la que se busca todo rápido, las cosas sin vueltas, con un mínimo esfuerzo. Como muchas cosas en la vida, el sexo pierde su sentido cuando se consuma antes de tiempo y no se aprovecha su verdadera esencia.

Yo creo fehacientemente que el sentido del sexo no es la simple obtención de placer, sino la expresión del amor pleno entre dos personas. Ah, pero esperá... también se puede empezar con sexo casual y eventualmente llegar al sexo con amor, ¿no? Sí, claro que se puede, pero tiene un precio. Un precio bastante alto. ¿O nuestra integridad no vale? Sí que vale y, si nos dejamos llevar por las pasiones perdemos nuestra libertad, nos convertimos en esclavos de nuestros impulsos y prácticamente en un mero objeto sexual para el otro. “Pero igual la paso bárbaro”, me argumentás. Y sí, seguro que es placentero y te sentís muy bien, ¿pero cuánto dura esa sensación? ¿Unas horas? ¿Un día? ¿Dos? Al poco tiempo ya no aporta nada más, fue algo totalmente efímero. ¿Realmente lo vale? ¿Tu cuerpo, tu persona no vale más que un rato de placer? Yo, personalmente, creo que mi integridad vale mucho más que eso. Es por eso que decido respetar mi virginidad y guardarla. No porque sea egoísta o porque me lo diga la Iglesia. Yo soy fiel a mí mismo y a lo que me va a hacer mejor. Siento que voy a poder experimentar lo mejor del sexo acompañado de alguien especial. Por más ridículamente cursi que suene, yo quiero dar todo mi amor a una persona que se lo merezca y que esté dispuesta a darme lo mismo y entonces, en esa demostración de amor, daré lo que tan celosamente estuve guardando: mi virginidad.