Still Song, esa bola de boliche que te caga a tiros

Still Song, esa bola de boliche que te caga a tiros

por Facundo Pérez Taboada

El MALBA presenta una muestra que recorre la producción del capo de Jorge Macchi. Entre las obras expuestas se encuentra Still Song, una instalación presentada en el 2005 en la Bienal de Venecia que puede verse por primera vez en nuestro país.

Luego de hacer muestras retrospectivas en países como Brasil, Bélgica y Francia Jorge Macchi presenta su primer exposición antológica en su tierra natal. Perspectiva es el nombre de la muestra que recorre su producción artística desde principios de los 90 hasta hoy. Con piezas traídas de colecciones privadas en Europa y otras reconstruidas especialmente para la ocasión, la exposición repasa todos los puntos fuertes de la carrera del artista, incluyendo su paso por las bienales de San Pablo, Estocolmo y Venecia. Una instalación presentada en la última bienal mencionada es la que más nos flasheó.
En un cuarto blanco y silencioso cuelga quieta una bola de boliche. En el techo, las paredes y el piso, los pequeños puntos donde deberían reflejarse los haces de luz reflejados por la bola de espejos fueron remplazados por agujeros negros que atraviesan todo como marcas de bala o cuchillazos. La obra se llama Still Song, seguramente la ubican porque la instagramearon a muerte.
Después de las fotitos, algunas personas comienzan preguntarse qué quiere decir todo eso y por qué carajo está allí. Este artículo no pretende dar respuestas definitivas a esas preguntas, pero sí acercarle las herramientas al lector para que al contemplar la obra pueda disfrutarla más allá del placer estético que le pueda proporcionar.

En primer lugar es importante reflexionar acerca de las preguntas que nos hacemos como espectadores. ¿Por qué una obra de arte tiene que decir o significar algo? En el arte clásico las obras de arte representaban hechos o personas de forma mimética. No tenían un concepto detrás, pero contaban una historia o mostraban algún aspecto del mundo. Con el advenimiento de la contemporaneidad y la ampliación de lo que entendemos como arte aparece la idea de que la obra puede encontrar sustento en lo conceptual. La idea se popularizará en los 60, cuando muchos artistas comienzan a considerar que la conceptualización de la obra es más importante que el objeto o su representación tangible. Esta noción de la obra de arte ejerce una gran influencia hasta nuestros días.
En reiteradas ocasiones se ha mencionado a Jorge Macchi como un artista conceptual o neoconceptual. Él niega estas etiquetas rotundamente. En su opinión las categorizaciones solo funcionan como una forma de reducir las complejidades de este mundo, incluyendo las de su arte. Además aclara que en su caso las ideas sobre su trabajo no preexisten a las imágenes, surgen a partir de un análisis posterior. Las imágenes siempre son lo primero que aparece en su proceso creativo. Una vez que tiene una imagen en la cabeza se concentra en la materialidad que elegirá para llevarla acabo, con la ilusión de que su obra sirva como disparador para las propias ideas del espectador.

Durante la conferencia que dio inicio a la exposición el curador Agustín Pérez Rubio dijo que el tiempo, el espacio y el movimiento son tres conceptos recurrentes en la obra del artista. Nosotros podríamos agregar que muchas veces estos conceptos operan desde la negativa. En el catálogo del envío argentino a la 51 Bienal de Venecia María Gainza se refirió al trabajo de Macchi de la siguiente manera: “Son obras sobre la fragilidad de las cosas, sobre lo que queda del día, aleteos lejanos de quejumbrosa belleza. Hechas de ausencias que sobrevuelan la escena tan o más poderosamente que las presencias. Imágenes tristes que encarnan esa sensación inexorable de estar encerrado dentro de nuestra cabeza que es la soledad”.
En Still Song opera una suerte de congelamiento del tiempo que detiene el movimiento dentro del espacio delimitado. El artista propone una inversión: la sala está iluminada por luz potente y pareja, la bola yace inmóvil en silencio y todos los que deberían ser puntos blancos son agujeros negros. Es como si aquella bola de boliche en vez de reflejar luz y facilitar la diversión se hubiera transformado en un arma mortal.
En una conversación con Edgardo Rudnitzky (colaborador frecuente del artista) que se publicó en la revista estadounidense BOMB, Macchi habla sobre la presencia de lo musical en gran parte de sus obras. Con el fin de explicar su relación con la música, el artista cuenta que de adolescente estudió piano durante ocho años. Sin embargo, siempre tuvo grandes problemas para leer partituras y no logró desarrollar un buen oído, por lo que después de verse separado por un tiempo del instrumento no pudo volver a tocar nada en él cuando lo recuperó. “Esos años de estudio intensos coincidieron con mi adolescencia y también con la dictadura en Argentina. Tal vez no haya una relación directa entre una cosa y la otra, pero hay algo acerca de mi frustración con la música que puedo relacionar con mi frustración y melancolía adolescente durante ese periodo”, reflexiona el artista, y sin notarlo, arroja aún más luz sobre la bola de boliche.

Perspectiva, y la instalación Still Song, podrán visitarse hasta el 30 de mayo en el MALBA.